Elvira Levy - ARGENTINA


SELECCIÓN DE POEMAS
    

LA BLANCA AUSENCIA

                                               Y aquí también esa desconocida
                                                y ansiosa y breve cosa que es la vida.
                                               Jorge Luis Borges

Rápida,
ferozmente,
un monstruo de metal
destruyó tu vida.
Y allá, en el Sur,
en una calle de Buenos Aires,
comenzó a florecer
la blanca ausencia.

La lluvia cayó sobre la ciudad.
La tristeza empapó la tierra,
rodó por las avenidas,
llegó a los ojos.
Se perdieron nuestros pasos en el camino
y vos,
te quedaste sola en un campo de verde silencio.
Multitud de hojas empezaron
a borrar la huella de tu cuerpo,
mientras sólo crecían lágrimas entre la hierba.

Y vinieron las horas,
las sombras sobre las sombras,
los rumores se extendieron,
la luz abrió de nuevo sus alas:
La vida recobró la muerte
tendida en el asfalto.

Todo eso sucedió,
hermana,
pero aún continúa lloviendo en Buenos Aires.
   
                                     de Eva y el espejo , Madrid, 1981.


TIENES MIEDO DE MÍ
y huyes.
Conmovido, penetras en la lógica de las telarañas.
Ya no existo en ti.
Sin embargo,
¿quién mecerá tus noches vacías de olvido?
¿Quién oirá la música
que nace del incendio de tu carne?
¿Quién te dará más vida
que mi misma vida?

Un silencio iracundo te rodea,
corroe los hambrientos pasadizos de la ausencia,
los anillos perdidos renacen en tus dedos.
Tu cuerpo arde. Se quemará
sin que nadie presencie el esplendor de las llamas.
Entonces,
¿quién saciará tu sed,
después de apagar la hoguera?

                                                    de  Crónica de una ausencia , Madrid, 1988.



LOS SIETE JINETES

                                ¿Cree en sí  y en la verdad quién desespera?
                                 Giuseppe Ungaretti

Fustas al aire, los siete jinetes
hostigan las piedras. (Todo será
arenilla, polvo en el viento.)
Sus agrios alientos marchitan
los bosques, las selvas, los montes
(verde a gris se transformarán).

¿Dónde están el amor, el calor?
Han desaparecido.
Huyeron hacia vírgenes planetas,
allende la órbita solar.

En la Tierra,
el hombre se ha quedado solo
en la cerrazón de la noche.
Exilio. Sangre en las estelas.
Regreso. Los puñales aún hieren.

                         de Bifurcación de la memoria ( Libro uno: Tañir de exilios), Tel Aviv, 2005.

 

III.

La pasión de creer en un destino único
-ángulo verdesur de la tierra-
cambió por crueldad
la inocencia de un pueblo.
La risa se convirtió en muecas.
El óxido corrompió
el brillo de los eslabones.
Negra cadena  que enlutó su historia
porque crecieron apetitos
y vientos siniestros soplaron
desde el poder y las calles.
Tánatos venció a Eros.
La avidez de los hombres coronó la muerte.

¿Cuándo se inició el espanto?
¿Los días breves, el soliloquio?
¿Cuándo volverá a sonreír el poeta
Transformando el aire?

                   de Bifurcación de la memoria ( Libro dos: Días de lluvia y de espanto), Tel Aviv, 2005.-


XXI.

 Jerusalén,
¿acaso el aire denso del desierto o el azafrán
de tus piedras trastocan cuerpos y mentes?

Pregunto porque temo perder la cordura
en el círculo rojo del insomnio.
Olvidar quién soy
y desbordarme cual torrente hacia el mar,
que en vano me aguarda.
Sólo me quedan preguntas y ese oscuro deseo
que tibiamente se asoma en el sueño;
pero grande es mi miedo
de permanecer en él y sublimar la locura.

Aquí, todo es posible y simultáneo:
El reverso y el anverso de la trama.
Sueños que se sienten reales y,
a veces, la realidad es sólo un sueño.

Aquí, en un adormecer, he recuperado el amor
perdido en la nostalgia del tiempo y la muerte.

Dime tú adiós, si decirlo no logro.
Morir no es nada; difícil es perderte.*

 *Umberto Saba

                                           de El círculo de los sueños, Buenos Aires, 2012.


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