María Cristina Di Lernia - ARGENTINA


JURO

Juro
que bebí mi propia sed de un solo trago,
que el hecho fue deliberado,
que no anduve sin luces en la espalda
ni un instante de los tantos
que anunciaban mi muerte.
Juro
que eran míos los puñales
como lo fueron  el último abrazo del otoño,
y el mar en los tímpanos
deshaciendo en bruma
cada una de las palabras que no dije.
Juro
que esta costilla
ha dolido desde el  génesis
y habrá que extirparla
un día cualquiera,
sólo para que el corazón
disponga de un espacio
apropiado
a la tensión de sus latidos.



MOTIVOS

Por amor al viento transversal
y a sus orígenes,
a esta tierra de manos oxidadas,
a las veces del búho,
a este sol
que velará mi tránsito al Principio.
Por amor a la criptas
donde el fuego desata sus cadenas,
a lo insondable del latido,
a las voces cifradas,
a este mar
que beberá las sobras de mi muerte.
Por ciertos motivos recurrentes
me abrazará el final...
me abrasará el final...
sin darme cuenta.



ÉSTAS QUE SOY

Esta "yo" multiplicada
una por cada sentimiento
cada una en su celda y sus consignas,
coexistiendo inmutables,
compitiendo el poder y la avaricia
por vaciarme del resto,
y ser
sólo la inconsistente
o la racional,
o la indecisa
o la ingenua sucedánea
de la que alguna vez
lloró de frente.
La loba, la desbordada alquimia
de las elípticas
búsquedas renuentes.
La del fuego. La del hielo seco.
La que mata a morir
o la que muere sola
en un suicidio de pájaros alternos.
Ésta, piadosa
o la otra del vino y los ocasos
ardidos como sábados insomnes.
Ésta, la del poema
o la del grito,
o la otra del vientre y los espejos.
La madre cautiva.
La que ataca con lilas
el invierno
o de rodillas almacena salmos.
La que sueña alucinados sueños
y se planta con los ojos
del espanto
a derrotar a las demás,
a las que pueden una y otra vez,
o a la única que jamás logró vencer:
la legítima guardiana
del amor
y los oráculos.


APOLOGIA DEL VIENTO

Jeroglíficos en el centro de tus ojos,
y el viento...
Palabras proscriptas desde la eternidad
regresando de vaciar la noche,
galopando entre el oleaje de tus ojos
y el viento...
El viento del sur
desbocado entre las hojas,
como tu mano nueva por mi espalda.
El viento
detrás de la memoria
del imprevisto
del horizonte mordido por la lluvia
de los campanarios pueblerinos
de las cabelleras del olvido.-
El viento en el centro de tus ojos,
y la última lágrima
guardada desde el sur.
Y el viento...



POEMA TACITO

Tendré que conciliar con las memorias
con los sabios ancianos que deambulan el otoño
con mis rincones de agosto
con esta piel amamantada por el viento
y el verdor fresco del mar
entre los álamos.
Tendré que destejer nudos de ausencia
perdonarme
dejarme atravesar por esos astros
que vienen sosteniéndome en silencio
desde cierta  latitud donde la sangre
me respira singular y  ajena.
Podría recostarme sobre el fuego
simple de la vida,
saberte amándome desde los siglos
antes del habla y de esta heredad
de andar tan tristes
entre los pensamientos y las avenidas.
Podría resucitarme, negártelo tres veces
y amarte todavía
aunque más no fuera para ofrecerte
una celebración
una poesía hecha de insomnios
desvelada
y perturbadoramente incierta.




 

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