SOBRE LA MURALLA DEL TIEMPO LA PALABRA MAS ALTA
Pierre Reverdy
- FRANCIA (1889-1960)

Los textos publicados de P. Reverdy son traducciones
de Yadi Henao


Aquellos
que regresan no son más de tres
Y luego
nada más
La noche
La puerta se ha cerrado sin ruido
-Traje la luz
Había caído un poco
-Si les digo se izará un estandarte todo el mundo aplaudiría
Sus gritos mezclados
a los de los niños todavía repicarían en nuestros oídos
-Un enorme párpado se agita en el aire sobre la tierra que gira
Pronto
-No se equivoque
-Es como un corazón que late
-Nadie puede comprender
Cuando se desvía un poco en el aire al bajar.

De (Le Voleur de Talan, 1917. "El ladrón de Talan")



El ladrón de Talan

Era más grande que los demás
Al nacer
un resplandor iluminó su cabeza
Y la luz
siguió brillando.



Los Músicos


La sombra y la calle en la esquina donde pasa algo. Las cabezas en grupo escuchan o miran. El ojo va de la acera al instrumento que suena, que gira y al auto que atraviesa la noche. Como hojas filosas la luz corta a la multitud, separa las manos que se tienden y todas las miradas que penden y los ruidos del azar. La gente está allí. Toda a la misma hora de la encrucijada. Las voces que se dispersan dirigen el movimiento sobre la cuerda que grita y muere en todo momento.
Luego, la señal del cielo, el gesto que muestra, desaparece dentro del telón que oculta el muro. Todo resbala y la niebla envuelve a los caminantes, al hombre y al grupo y al instrumento.

(De Etoiles Peintes, 1921. "Estrellas Pintadas")



Nomada


La puerta que no se abre
La mano que pasa

A lo lejos el vidrio que se rompe
La lámpara humea
Las chispas que se encienden
El cielo es más negro sobre los tejados

Algunos animales sin su sombra

Una mirada / Una mancha oscura

La casa donde se entra.


(De Les Ardoises du Toit, 1918. Las Pizarras del tejado)



Luz


Una pequeña mancha brilla entre los párpados que laten. La habitación está vacía y las persianas se abren en el polvo. ¿Es el día que entra o cualquier recuerdo que hace llorar tus ojos? El paisaje del muro -el horizonte de atrás-, tu memoria en desorden y el cielo cercano a ellos. Hay árboles y nubes, cabezas que se adelantan y manos heridas por la luz. Y después la cortina cae y envuelve todas esas formas en la noche.

(De Etoiles Peintes, 1921. "Estrellas Pintadas")



Los trabajadores de la noche

La campana repica en la noche sobre la acera. Las sandalias hacen ruido contra todo el misterio de lo inútil. No sabemos dónde él se oculta.
El rebaño, detrás, es silencioso y todos los animales están allí. Ellos bordean la reja en silencio.
En frente, ladrillos enormes dividen un muro cargado con todos los colores del mundo. Escucho palabras en voz baja y a veces una voz de niño se eleva para cantar.
Y es la noche, la vida ardiente y silenciosa. Alguien se levanta. Un hombre solo pasa entre los arroyos.
Todo ese mundo inquieto desciende por la pendiente de la calle que lo lleva lejos. Y tú escuchas detrás de la ventana, donde se filtra un rayo de tu lámpara, escuchas morir el ruido.
El día parece salir lentamente de un estuche.


(De Lucarne Ovale, 1916. "El tragaluz ovalado")



Azul pasado

Las manos abiertas sobre el pecho desnudo. Ese relámpago sobre el papel borroso, es una imágen. Hay, detrás, una cruz, una ruta que asciende, un árbol y otra fila de ramas que se inclinan. La piedra de los escalones se tiende también y son gotas de agua que fluyen entre las líneas. La mancha que está en el medio no es una cabeza -es quizás un agujero-.
Una mirada oblicua pica el cielo y sostiene el agujero, la cabeza. Varios amigos están allí y se miran. Nadie habla. Nadie habla del pasado.

(De Etoiles Peintes, 1921. "Estrellas Pintadas")

 
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